martes, abril 01, 2014

APUNTES SOBRE LA SONRISA

A quien me regala flamantes sonrisas: a Isabella.

 
 
EXORDIO
 
Para el DRAE, sonrisa, proviene del antiguo sonrisar y éste de sonreír (del latín subridēre). Sonreír significa: 1. Reírse un poco o levemente, y sin ruido. 2. Dicho de una cosa: Ofrecer un aspecto alegre o gozoso. 3. Dicho de un asunto, un suceso, de una esperanza, etc.: Mostrarse favorable o halagüeño para alguien. La sonrisa es la acción y efecto de sonreír, por lo tanto, las tres acepciones anteriores contextualizan la aparición de la sonrisa. Literalmente dicho están los momentos de contento en que se muestra una sonrisa, ¿y los momentos de alguna insatisfacción?
 
En cinesiología encontramos que existen nueve expresiones faciales innatas: Alegría, tristeza, temor, enojo, rechazo, incomodidad, perplejidad, desconcierto y admiración. (Marco Aurelio Denegri, Miscelánea Humanística. Segunda edición. Perú, Fondo Editorial de la UIGV, 2010, 21.)
 
Es axiomático que la sonrisa se presente en la alegría; sin embargo, también la podríamos encontrar en el temor, el rechazo y la admiración; y eventualmente en la perplejidad, la incomodidad y el desconcierto. Siete de nueve expresiones innatas señaladas por Denegri. Pues bien, la sonrisa suscita cierta incertidumbre en su abordaje; y como bien se señala en el DRAE, en su definición albergan aspectos positivos, con cargo a adicionar algunos negativos.
 
LA AMBIGÜEDAD DE LA SONRISA
 
Sonrisas irónicas, nerviosas, sarcásticas, tímidas y un largo etcétera se manifiestan en los rostros sin reconocerla exactamente por qué se motivan. Michael J. Gelb escribe que con la técnica del sfumato, Leonardo da Vinci, logra un efecto nebuloso, misterioso, que resulta una maravillosa metáfora para el hombre.
 
El sfumato consiste en la aplicación de muchas capas de pintura tan delgadas como gasa. Leonardo lo aplicaba en el rabillo de los ojos y la comisura de los labios, lugares en donde se basa la expresividad del rostro. Gelb torna la técnica del sfumato a un principio de vida para alcanzar la inteligencia, y la define así: “Disposición para aceptar la ambigüedad, la paradoja y la incertidumbre.” Según el autor, Leonardo, tenía la mente abierta ante la incertidumbre, no le temía a la paradoja y le fascinaba la ambigüedad. (Michel J. Gelb, Inteligencia Genial. 7 principios claves para desarrollar la inteligencia, inspirados en la vida y obra de Leonardo da Vinci. Primera edición. Colombia, Editorial Norma S.A., 1999, 157.)
 
LA SONRISA EN LA OBRA DE LEONARDO DA VINCI
 
En La Virgen de las rocas sucede una tensión mágica, ¿por qué Leonardo eligió un fondo tenebroso para tan tierna escena? Esta obra, en su totalidad, es la más grande expresión de la ambigüedad.
 
Gelb cita a Bramly:
“Leonardo compuso La Virgen de las rocas en torno a un principio organizador: el del contraste, la oposición. El pacífico grupo de la madre, los niños y el ángel casi sonriente está rodeado de un fondo confuso que sugiere el fin del mundo… las plantas florecen en una roca estéril. Leonardo parece estar diciendo que la Inmaculada Concepción abre el camino para la agonía en la cruz. Lo que debería ser una fuente de júbilo lleva consigo las semillas del Calvario.” (Michel J. Gelb, o.c., 158.)
 
La Virgen de las rocas

Efectivamente el ángel Uriel es quien transmite tranquilidad al mirar sonriente al espectador señalando a su protegido el niño Juan el Bautista  Es Uriel frente a tan tétrico lugar.
 

Detalle del ángel Uriel

Otro cuadro con el uso del sfumato es el San Juan Bautista, y Kenneth Clark lo comenta así:
“San Juan Bautista fue el precursor de la Verdad y de la Luz. Y, ¿qué precede inevitablemente  a la verdad? Una pregunta. El San Juan de Leonardo es el interrogante eterno, el enigma de la creación. Por tanto se convierte en el espíritu protector de Leonardo, en el espíritu que reposa en su hombro y que propone acertijos imposibles de resolver. Tiene la sonrisa de un esfinge y el poder de una forma obsesiva. Ya he señalado cómo este gesto – que en sí mismo tiene el ritmo ascendente de una interrogante – aparece a lo largo de la obra de Leonardo. Aquí es absolutamente esencial.” (Michel J. Gelb, o.c., 160-161.)
 
La sonrisa de San Juan no sólo contradice su personalidad fuerte descrita en la Biblia, sino contrapone al mórbido fondo oscuro que lo cubre en el cuadro.
 
La sonrisa de San Juan

Para Gelb la Mona Lisa es la suprema expresión de la paradoja en la obra de Leonardo. Encontrándose en la cúspide del bien y mal, de la compasión y la crueldad, de la seducción y la inocencia, de lo efímero y lo eterno. Ella es el equivalente occidental del símbolo chino del yin y el yang. (Michel J. Gelb, o.c.,161.)
 
Y sobre los efectos de tan paradójica sonrisa Bramly la considera:
“El equivalente femenino de Cristo.” (Michel J. Gelb, o.c.,161.)

Walter Pater la describe como:
“Una belleza forjada desde adentro sobre la carne, el receptáculo, célula tras célula, de extraños pensamientos y ensoñaciones fantásticas y de pasiones exquisitas.” (Michel J. Gelb, o.c.,161.)
 
Sigmund Freud manifiesta sobre la Mona Lisa:
“La más perfecta representación de los contrastes que dominan la vida amorosa de una mujer.” (Michel J. Gelb, o.c.,161.)
 
El Sfumato en la comisura de los labios de la Mona Lisa

Un estudio publicado en la revista New Scientist revela que el gesto del rostro de la Mona Lisa, procesado por un software especializado, está un 83% feliz, un 9 % disgustada, un 6% temerosa y un 2% enfadada. El estudio se basó en la comparación de la expresividad media estándar femenina con los ojos y los labios de la enigmática mujer del cuadro de Leonardo.
 
CODA
 
Sobre la sonrisa se ha dicho mucho, grandes autores introdujeron en sus obras frases seductoras que relevan horas de reflexión a un simple gesto. El gesto más perturbador que existe.    
 
El primer Premio Nobel de Literatura de origen oriental Rabindranath Tagore manifiesta que la tergiversación de sonreír es reír, y a lo que se agregaría lo de carcajearse:
            “Cuando sonrió el hombre, el mundo lo amó. Cuando rió, le tuvo miedo.”

El gran novelista realista León Tolstói se expresó así:  
“Opino que lo que se llama belleza, reside únicamente en la sonrisa.”

 Shakespeare con respecto a sus poderes dijo:
“Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de la espada.”

 Gabriela Mistral se sinceró:
“Hay sonrisas que no son de felicidad, sino de un modo de llorar con bondad.”

 Hasta el poeta maldito, Baudelaire, se cautivó:
            “Una gran sonrisa es un bello rostro de gigante.”

 En su relación con la literatura Nietzsche escribió:
“Los autores más ingeniosos suscitan una sonrisa apenas perceptible.” (1)

 Sumo y sigo. Evoca el poeta humanista César Vallejo estos hermosos versos:
            “Hay labios que lloran arias olvidadas,
             grandes lirios fingen los ebúrneos trajes.
             Charlas y sonrisas en locas bandadas
             perfuman de seda los rudos boscajes.” (2)

 
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NOTAS
 
(1)  El filósofo escribió todo un capítulo de las verdades, demasiadas verdades sobre el alma de los artistas y los autores. (Friedrich Nietzsche, Humano, Demasiado Humano. Segunda edición. España, Jorge A. Mestas, Ediciones Escolares, S. L., 2007.)  
 
(2)  Los versos citados son de 'Nochebuena'. Sobre la sonrisa no se ha referido mucho el vate peruano, sólo se localizan los siguientes poemas, a saber: ‘Salutación angélica’, ‘Las ventanas se han estremecido’, ‘Todos sonríen el desgaire’, ‘Quién ha encendido fósforo!’, ‘Murmurando en inquietud, cruzo’, ‘Epístola a los transeúntes’ y ‘Dulzura por dulzura corazonada’  
 
 

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