lunes, febrero 16, 2015

LA INTERTEXTUALIDAD EN JOAQUÍN SABINA II

 
“Yo creo que las canciones se mueven más en un terreno sentimental que intelectual. Yo sí he tratado siempre de meter un veneno (poesía) dentro, es decir, de que entren fácilmente a través de la música (…) ojalá fuera de verdadera poesía. No digo que sea lo que he hecho, pero sí lo que he intentado y lo que seguiré intentado. Pero en cualquier caso no hay nada que sobreviva más al tiempo que la poesía, en la medida en que las canciones tengan algo que ver con la poesía; pero todos los poetas muertos que viven conmigo, que están en mi corazón, están más vivos que nadie, los lleva uno para siempre; por ejemplo Machado, por ejemplo César Vallejo, por ejemplo Cernuda”.
Joaquín Sabina.
 
El cantautor español a lo largo de su significativo reportorio se ha valido de la intertextualidad para nutrir su obra. La relación de un texto histórico o contemporáneo en una de sus canciones se sabe ligera, estética y pertinente. En algunas ocasiones, aquellos versos prestados, tienen un carácter literal, o metafísico o simplemente referencial que acompañan y profundizan lo que se quiere decir, simulan un meandro de descripciones y reflexiones. Pues eso.

A saber:

1. Pablo Neruda.
Poema XV.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

Canción Inventario del disco Inventario.



2. Juan Ruiz.
Cánticas de serrana.

Cerca la Tablada
la sierra passada
falleme con Alda
a la madrugada.

Ençima del puerto
cuidéme ser muerto
de nieve e de frío,
e desse rucío
e de grand elada.

Ya ä la deçida,
dï una corrida:
fallé una serrana ,
fermosa, lozana,
e bien colorada.

Dixle yö a ella:
«Omíllome bella.»
Dis: «Tú que bien corres,
aquí non te engorres,
anda tu jornada.»

Yo l´ dix: «Frío tengo
e por esso vengo
a vos, hermosura:
queret, por mesura,
oy darme posada.»

Díxome la moça:
«Pariente, mi choça
el que en ella posa,
conmigo s´ desposa,
e dame soldada.»

Yo l′ dixe: «De grado,
mas só casado
aquí, en Ferreros;
mas de mis dineros
darvos he, amada.»

Diz: «Trota conmigo.»
Levóme consigo,
e dióm buena lumbre,
como es de costumbre
de sierra nevada.

Dióm pan de çenteno
tiznado, moreno;
e dióm vino malo,
agrillö e ralo,
e carne salada.

Dióm queso de cabras.
«Fidalgo», diz: «abras
esse braço, et toma
un tanto de soma,
que tengo guardada.»

Diz: «Uéspet, almuerza,
e bebe e esfuerça,
caliéntate e paga,
—de mal no s′ te faga—:
fasta la tornada;

quien donas me diere,
quales yo pediere,
avrá bien de cena,
et lechiga buena
que no l´ coste nada.»

«Vos, que esso m´ dezides,
¿por qué non pedides l
a cosa çertera?»
Ella diz: «¡Maguera!
¿e si m´ será dada?

Pues dám una çinta
bermeja, bien tinta,
e buena camisa,
fechä a mi guisa
con su collarada;

e dám buenas sartas
d´ estaño, e hartas,
e dame halía
de buena valía;
pelleja delgada;

e dám buena toca
listada, de cota;
e dame çapatas
de cuello bien altas,
de pieça labrada.

Con aquestas joyas,
quiero que lö oyas,
serás bien venido:
serás mi marido
e yo tu velada.»

«Serrana señora,
tantö algo, agora
non trax, por ventura:
faré fiadura
para la tornada.»

Díxome la heda:
«Do non ay moneda,
non ay merchandía,
nin ay tan buen día,
nin cara pagada;

non ay mercadero
bueno sin dinero;
e yo non me pago
del que non m´ dä algo,
nin le do posada;

nunca d´omenaje
pagan ostalaje;
por dineros faze
omen quanto l´plaze:
cosa es provada.»

Canción Medias negras del disco Mentiras piadosas.


3. Francisco de Quevedo.
Amor constante más allá de la muerte.

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora a su afán ansioso lisonjera;

Mas no, de esotra parte, en la ribera,
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
Venas que humor a tanto fuego han dado,
Medulas que han gloriosamente ardido:

Su cuerpo dejará no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

4. Garcilaso de la Vega.
Soneto V.

Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

Canción Contigo del disco Yo, mi, me, contigo.



domingo, febrero 01, 2015

LA INTERTEXTUALIDAD EN JOAQUÍN SABINA I

 

“Yo creo que las canciones se mueven más en un terreno sentimental que intelectual. Yo sí he tratado siempre de meter un veneno (poesía) dentro, es decir, de que entren fácilmente a través de la música (…) ojalá fuera de verdadera poesía. No digo que sea lo que he hecho, pero sí lo que he intentado y lo que seguiré intentado. Pero en cualquier caso no hay nada que sobreviva más al tiempo que la poesía, en la medida en que las canciones tengan algo que ver con la poesía; pero todos los poetas muertos que viven conmigo, que están en mi corazón, están más vivos que nadie, los lleva uno para siempre; por ejemplo Machado, por ejemplo César Vallejo, por ejemplo Cernuda”.
Joaquín Sabina.
 
El cantautor español a lo largo de su significativo reportorio se ha valido de la intertextualidad para nutrir su obra. La relación de un texto histórico o contemporáneo en una de sus canciones se sabe ligera, estética y pertinente. En algunas ocasiones, aquellos versos prestados, tienen un carácter literal, o metafísico o simplemente referencial que acompañan y profundizan lo que se quiere decir, simulan un meandro de descripciones y reflexiones. Pues eso.
Vamos con 5 ejemplos, a saber:
 
1. César Vallejo.
Piedra negra sobre una piedra blanca.
 
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
 
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto a la mala
y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
 
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
 
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
 
Canción Contigo del disco Yo, mi, me, contigo.
 
2. Antonio Machado.
Retrato.
 
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
 
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.
 
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
 
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
 
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
 
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
 
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
 
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
 
Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
 
Canción Peces de ciudad del disco Dímelo en la calle.
 
 
3. Adolfo Bécquer.
LXVI
 
¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero
de los senderos busca;
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura,
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.
 
¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas.
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.
 
4. Luis Cernuda.
Donde habite el olvido.
 
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
 
Donde mi nombre deje.
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
 
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
 
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
 
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
 
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.
 
Canción Donde habita el olvido del disco 19 días y 500 noches.
 
5. Pablo Neruda.
Poema 20.
 
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
 
Escribir, por ejemplo: " La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
 
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
 
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
 
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
 
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
 
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
 
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como pasto el rocío.
 
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
 
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
 
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
 
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
 
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
 
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
 
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
 
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
 
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
 
Canción Nos sobran los motivos del disco Nos sobran los motivos.
 
 
6. Adolfo Bécquer
LIII
 
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
 
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.
 
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
 
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!
 
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
 
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...;
desengáñate, ¡así... no te querrán!
 
En la canción Y sin embargo del disco Yo, mi, me, contigo.