viernes, octubre 16, 2015

PICHANA Y OTRAS CONVERSIONES EN LAS RIBERAS DEL RÍO PERENE

 
“Entró capitaneando Mangoré, y a la escasa luz de un mechón que llevaba otro indio, disparó su flecha contra el venerable padre Izquierdo con tal ferocidad, que le pasó el corazón. Acudieron Pinto y el muchacho a abrazarse con su amado padre, y fue tal la lluvia de flechas que sobre ellos dispararon aquellos sacrílegos, que a breve rato parecieron los tres un solo erizo; tan cosidos y penetrados estaban de las saetas.”
(Relato de la trágica muerte del P. Fr. Francisco Izquierdo, fundador de Pichana)
 
Parte del mapa elaborado por el guardián del Colegio de Ocopa, P. Fr. Manuel Sobreviela en 1790
 
No pasaron muchas décadas desde la invasión al Perú (1532), la fundación de Jauja (1534) y la de Tarma (1538) (1) por parte de los españoles, para que acontecieran los primeros ingresos de misioneros católicos a la selva central. Según cita Emilio Lissón Chávez, desde la segunda mitad del siglo XVI los dominicos ya incursionaban a la montaña para adoctrinar a los indígenas; es más, tenían una hacienda junto al río Chanchamayo y probablemente otra en Oxabamba:
Por lo menos en 1597 los dominicos eran allá los doctrineros (…) En 1605 Fray Diego de Escobar, O.P, había fundado una misión para los indios andinos de la selva. (2)
 
A su vez, informa Stefano Varese que en 1595 hubo una exploración de los jesuitas Joan Font y Nicolás Mastrillo a la selva este de Andamarca:
La entrada más interesante a la selva central del Perú es sin duda la de Font y Mastrillo. El padre jesuita Joan Font y el hermano Nicolás Durán o Nicolás Mastrillo emprendieron la exploración de la selva por el este de Jauja y Andamarca en noviembre de 1595, y parece que lo hicieron sin la total autorización de sus superiores. La relación que nos queda es muy simple. Consta de dos cartas: la primera escrita por Font el 5 de noviembre de 1595 al P. Provincial Joan Sebastián desde el valle de Inopay la segunda, escrita al mismo Provincial días después por Nicolás Mastrillo. (3)
 
Si bien, los de la Orden Dominica y la Jesuita fueron los primeros en ingresar, se considera que los mayores esfuerzos y eficiencia en fundar misiones y evangelizar a los nativos de la selva central fueron de los padres de la Orden Franciscana:
Fueron ellos los más aventureros y constantes y quienes con el tiempo hicieron posible el paulatino asentamiento de haciendas en estos valles. (4)
 
Por ejemplo, el P. Fr. Jerónimo Jiménez fundó en 1635 el pueblo de San Buenaventura de Quimiri, próxima a lo que hoy es La Merced, 2 años después moriría en una emboscada junto al P. Fr. Cristóbal Larios en el río Perené; ambos fueron nombrados protomártires de la misiones evangelizadoras en el Perú. En 1673 se erige el pueblo de Santa Rosa de Quimiri por el P. Fr. Alonso de Robles (5), recuperando así, esta conversión católica. Ese mismo año, haciendo una excursión al este de la doctrina franciscana de Santiago de Comas, por Andamarca, el P. Fr. Manuel de Biedma, fundaría el pueblo de Santa Cruz de Sonomoro.
 
Los pueblos misionales necesitaban estar en comunicación con sus doctrinas para recibir órdenes o provisiones. En esto, Quimiri tenía cierta ventaja, ya que próxima a él, se encontraba el Cerro de la Sal, regiones que siempre fueron generosas en productos, y además de constante intercambio comercial entre los nativos. Empero, Sonomoro tenía mayores dificultades para su abastecimiento, el camino para Andamarca era rudísimo pues tenían que atravesar la cordillera, pasar de la selva a la sierra: «Caminando 8 días con indecibles trabajos de las ciénagas, nieves, lluvias y precipicios, sin más sustento que un poco de queso y algún maíz tostado. Después de 8 días de tan penoso camino, llegaron a la tierra o montaña de los infieles, donde fueron recibidos con extrañas demostraciones de júbilo y benevolencia» (6). Indagando sobre un posible camino por la montaña directamente hacia Quimiri, el padre Biedma supo del cacique de la zona llamado Tonté que se podría abrir un camino. Lo más pronto posible, se le encargo al P. Fr. Juan de Ojeda, acompañado por algunos nativos, la apertura del camino hasta Quimiri; dirigiéndose hacia el  Norte chocaron con el río Perené, luego navegaron hacia el oeste, llegando por fin a Quimiri.
 
En el primer semestre de 1674 se le encomendó al P. Fr. Francisco Izquierdo que fundase un pueblo que esté en la mitad del nuevo camino entre Sonomoro y Quimiri, con el propósito de que ambos pueblos se socorrieran en alimentos, herramientas y logística necesaria en las conversiones. Izquierdo acompañado de otros religiosos y nativos navegó por el río Perené –denominado anteriormente río de la Sal– y llegó al paraje llamado Pichana. En junio de ese año el Padre mandó edificar la capilla y el convento del nuevo pueblo y las casas de los vecinos, acabados estos trabajos se fundó el pueblo de Pichana (7), un lugar destinado a dar cobijo a los misioneros que viajasen de Sonomoro a Quimiri y viceversa, pero también a evangelizar a los indios de sus alrededores. (8)
 
En los pocos meses de su duración, Pichana, cumplió un rol determinante para el progreso de las misiones en la selva central. Pero nuevamente el celo de los caciques del lugar, desencadenó una tragedia para los foráneos religiosos. En el mes de setiembre el líder nativo de Pichana, Mangoré, mató con ensañamiento al P. Fr. Francisco Izquierdo y a sus seguidores. El padre Robles, enterado de la tragedia mandó el retiro de Biedma de Sonomoro hacia Andamarca hasta que se calmaran los disturbios de los originarios. A su vez, por mandato real y eclesiástico se ordenó a Robles que la misión de Quimiri pasase a la doctrina de Huancabamba regida por un cura clérigo (9). Con todos estos hechos se perdería la labor evangelizadora de los franciscanos por estas regiones.
 
Es sólo después de medio siglo, y debido a los diligentes esfuerzos del comisario de misiones P. Fr. Francisco de San José (10) y su equipo de evangelizadores que por el año 1730 se hallaban en plenitud las conversiones, en las riberas del río Chanchamayo y Perené, de: Quimiri, Nijandaris, Cerro de la Sal, Metraro, Eneno, Pichana y Los Antes o Andes (11). Esplendor que acabó cuando el rebelde Juan Santos Atahualpa se alzó en la zona desde el año 1742.
 
Estatua del F. Pr. Francisco de San José  en uno de los patios del Convento de Ocopa, santuario que fundó en 1725
Fuente: www.conventodeocopa.blogspot.pe


 
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NOTAS
 
(1) Federico Philippe, La fundación de Tarma, Revista Histórica, Edición III, 1908, 29-38. 
 
(2) Emilio Lissón Chávez, La Iglesia de España en el Perú, en Mario la Rosa Sanz, La aventura misionera de Jerónimo Jiménez y Cristóbal Larios, La Voz de la Selva (revista inédita), Edición 23, 2009, 12-13. Lissón fue el XXVII arzobispo de Lima, entre los años 1918 y 1931, editó su monumental obra citada en 4 volúmenes.
 
(3) Stefano Varese, La sal de los cerros. Resistencia y utopía en la Amazonía peruana. Cuarta edición. Perú. Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2006, 66.
 
(4) La cita es de Bernardo Izaguirre en Mario la Rosa Sanz, ídem.
 
(5) P. Fr. Alonso de Robles fue por esas épocas el padre presidente de las conversiones de Cerro de la Sal. Por el pasaban las decisiones más importantes como fundación y auxilio de pueblos y conversiones.
 
(6) José Amich, Compendio Histórico de los trabajos, fatigas, sudores y muertes que los Ministros Evangélicos de la Seráfica Religión han padecido por la conversión de las almas de los gentiles en las montañas de los Andes, pertenecientes a las provincias del Perú. Paris, Librería de Rosa y Bouret, 1851, 33.)
 
(7) Según se hace referencia Pichana estuvo ubicado en la margen derecha del río Perené, cerca a la confluencia con el río Pichanaki. En 1947 un terremoto en la selva central desapareció el existente, pero pequeño de Pichana. Luego, muy cerca de allí, se fue formando la actual ciudad de Pichanaki que, según un documental, significa: Pueblo barrido por el río.  
 
(8) Ídem. Capítulo VIII, Martirio del venerable padre fray Francisco Izquierdo y compañeros.  
 
(9) Probablemente un padre de la orden jesuita.
 
(10) Gracias a sus gestiones logró fundar el Colegio de misioneros apostólicos franciscanos de Santa Rosa de Ocopa en 1725. Fue el mismo Francisco de San José que eligió el lugar de construcción de Ocopa, siendo este estratégico para recuperar las conversiones de Chanchamayo, Perené y alto Ucayali.
 
(11) Carta escrita a la Sociedad Amantes de Lima por el Padre Fray Manuel Sobreviela, Guardián del Colegio de Santa Rosa de Ocopa. Publicado en el Mercurio Peruano del día 9 de octubre de 1791.