En uno de los
últimos recodos de sus vidas. ¡Tan viejos y tan jóvenes! Dos de los cantautores
españoles más reconocidos se unieron para la producción del disco La Orquesta
del Titanic. Serrat y Sabina unieron talento, inspiración y transpiración y nos
regalan 11 canciones de sencillez y exquisitez, considero canciones didácticas
para la fácil comprensión del alma. Y aunque a mí ellos me parecen Gullivers y
yo en mi país y con mis pequeños pares dispares pretendiendo ser yo el primus inter pares para tratar de acercármeles
algo, oso redactar una crítica (perdonen el brío) a su obra más reciente, este
disco que significa consolidación de sus vidas artísticas y su mal llevada
buena amistad. ¡Quién como los maestros que encontraron el secreto alquimista
en sus obras! ¡Grata ponzoña de alegría! Bueno, aclaro que este texto no será
una vía de facilismo para el entendimiento de los maestros. ¡Si quieren
conocerlos a fondo, hagan sus deberes! En cambio, lo que sí será es una visión
personal del disco, de sus letras e intentar tantear en manos (¡benditas
manos!) de quién surgió tal o cual cosa; menuda labor en la que me meto, pero
acostumbrado a entrar al ruedo donde siempre se encuentra un toro que no se
aprendió nada el guión, ¡soy todo tuyo consecuencias de mis actos!
Comienzo y termino
con unos vídeos que rescato sobre el disco. En la primera, la canción que da
título al disco que sin duda está escrito a cuatro manos es, en resumen, el
objetivo de la labor de creación y producción. En el otoño de una vida, de un
luto, de un abandono, de una nube negra, o en fin de cualquier situación en la
que pensamos no tener escapatoria y nos reconocemos más humanos que nunca
deberíamos tener la obstinación de La Orquesta
del Titanic. Aunque el desenlace ya esté establecido deberíamos tomarlo de
la mejor manera. En retrospectiva con Serrat: hoy puede ser un gran día; con Sabina: que el fin del mundo te pille bailando. Aquí la primera
contradicción: el personaje principal que relata el acontecimiento del
accidente, subido en el Titanic, tiene una aptitud parca, y hasta antagónica al
meollo de la canción. ¿Dudas, que se trata de una canción aleccionadora? Así es
que, ya sabéis no dejen de tocar el fox… Y bueno, de aquí para adelante hay
canciones que descubren a los cantautores suscribiendo lo cantado, es decir,
manifestando sus ideas de situaciones y personas; por ejemplo, en Palizas, idiotas y calientabraguetas; se
sacuden de toda moralina y hablan claro, aquí no hay blanco ni negro, ni Montesco
ni Capuleto, primero quitan los prejuicios y luego brindan tantas oportunidades
como se merecen todos, aunque, segunda contradicción, sí critican a los palizas,
idiotas y calientabraguetas. En esto, la relatividad de la canción no tiene mucha
coherencia, y tirando para rock and roll tiene algo de los dos maestros, y de
seguro será, bien para abrir o para cerrar los conciertos. La siguiente de este
paquete de canciones-suscritas es Canción de Navidad, que no es más que la
musicalización del poema Christmas’s song de
Joaquín Sabina, bueno está claro, su rechazo por esta fiesta cristiana no es en
sí por la fiesta misma sino por el entorno y la bomba que se crea a su
alrededor, no hay más nada que decir. Ah, claro me olvidaba, yo también estoy
del lado de José el carpintero. Sí.
Encuentro a Dolent de mena una canción intermedia entre las anteriores canciones-suscritas y éstas, que a continuación, serán canciones-relatos. Ya en el segundo verso de Palizas, idiotas y calientabraguetas nos adelantan: no me mola aplastar a los insectos. Pues eso, se trata de una relato magnífico de un tipo que se cree tan perverso: sóc una mala bèstia, un malparit, un animal, por matar a un escarabajo. Se cree un dios y arma un crimen, la escena del crimen, la víctima y el malo por naturaleza (él). Genial canción, gran acierto del disco escrito en catalán que, valgan verdades, aparte del idioma, la musicalidad dice Serrat en su mayor composición aunque el relato sepa más a Sabina, los arreglos definitivamente son Serrat. Y termino con esto: i avui un escarbat, demà… qui sap demà. Seguimos, Martínez, ¿coincidencia, que el apellido paterno de Joaquín sea éste?, pues creo que sí. El relato habla de un hombre que desde niño tiene una relación cercana con la muerte, primero por la muerte de su madre, y en pregunta retórica dice Martínez: qué falta le haría otro ángel al cielo. Pregunta insondable para mí también… Y a partir de aquí, todo mal: flagelación, intentos de suicidio, abandono de un amor, muerte de personas que quería. ¿Pero al final Martínez quién era, qué era, o en qué se convirtió? Ah…, tarefa para casa. Conmovedor relato que, sin duda, tiene de los dos maestros, aunque diría que el desenlace está en manos del catalán, por lo impecable bien constituido rompecabezas de las palabras. Finalizo este paquete de canciones-relatos con Maldito Blues, que tengo la sensación que ésta si fue peleada en cada palabra y en cada verso, y que cada uno sacó sus mejores armas: lo peor del cielo es que está tan lejos de aquí / lo peor del suelo es que no acostumbra a mentir. Diríamos que se trata del resumen de la canción. Pues, este maldito blues, para el que escucha el blues, es el amigo e interlocutor válido de una serie de reproches a la vida, a los desamores, al tiempo, a él mismo, y al, claro, maldito blues. ¿Por qué le digo amigo al maldito?, porque rubrico lo que dijo un loco hijo de la libertad: Es preciso honrar en el amigo al enemigo. ¿Puedes tú acercarte a tu amigo sin pasarte a su bando? Gran canción, aunque lo vea fuera del contexto del disco que tiene otro objetivo, sin más, eso no le quita su genialidad. Y tú, qué dices, ¿bailamos un maldito blues?
Un tercer paquete corresponden a las infaltables canciones-desamor. Sabina se quejaba que las musas le eran remisas y echaba la culpa a la felicidad doméstica con su novia (novia que no le dejaba tener novias), esa cosa que le impide escribir por tanto bienestar adquirido desde el hogar, y por eso buscó a contrapartes que le hicieran más fluido el trabajo de composición; en el disco Vinagre y Rosas fue Benjamín Prado y ahora con La Orquesta del Titanic es Serrat. Pero Serrat también tiene una estabilidad emocional y familiar, ¿entonces?, pues nada, que si bien pueden salir canciones muy buenas mas no con el desgarramiento que requieren las canciones-desamor que por Serrat podríamos decir también canciones-amor. Vamos, Acuérdate de mí, es una canción que relata una relación de pareja que nunca sucedió. La canción se va formando con figuras literarias de contradicción, que desde el estribillo, ya está claro: Como te tomo, me doy / como te busco, te evito / como me vengo, me voy / como me pongo, me quito / como te falto, te sobro / como me callo, te digo / como te pago, me cobro / como te extraño, te olvido, (a propósito, de la contradicción que tanto le gusta a Sabina, él ya escribió una canción prima hermana a ésta: Tratado de impaciencia número 10, trata de un tipo que no le pide escusas a una chica que no fue a una cita con él, sencillamente porque él tampoco acudió). ¡Genial cuasi-blues! El remate de Acuérdate de mí, sabe indudablemente a Sabina: Mujer de sombras y melancolía / volvamos al Edén que nunca has ido / a celebrar con las copas vacías / el gusto de no habernos conocido. Siguiente, Hoy por ti, mañana por mí, se trata de una declaración, de un querer hacer las cosas para estar con ella (a quien corresponda), canción con letras cariñosas y contenido cálido que, creo, viene de la idea de Serrat. Lo que rescato aquí es el juego de palabras de la segunda parte del Hoy por ti, que va sustituyendo (el: mañana por ti) según la rima y la concordancia con la frase que le precede, me hace recordar a Poema 20 de Neruda que también va sustituyendo el primer verso de: Yo la quise, y a veces ella también me quiso. Ahora, Cuenta conmigo, que se trata del primer single del disco, se trata de otra canción de declaración de amor, tanto en expectativas como de acciones concretas para que ella (también a quien corresponda) sucumba a su amor pues el tipo está a su entera disposición. Esta canción tiene límites difusos que diría que hay mucho de los dos cantautores. Y es una, a mi parecer, de las mejores canciones del disco, con toques de versos muy buenos como: Si durmieras conmigo dormirían / menos tristes las palmas de mis manos; otro: Y si es mejor quererte sin permiso / con rabia y al contado / yo te querré como jamás te quiso / quién más te haya marcado; último: Si quieres un maldito perdedor / que humille y que malquiera / ponme un pisito y yo seré el peor / cabrón de tu escalera. A continuación, Quince o veinte copas, canción de deslumbramiento de un amor, pues en mitad de canción (pero viéndola en los brazos de un camello / que la besaba en el cuello / casi perdí la razón), a pesar de su obstinación, el protagonista se da cuenta que se estaba “enamorado” de una casi eventual amante que, en una noche anterior, prefirió irse con otro tipo porque éste tenía farlopa. A pesar de ello, y por la ilusión que le dejó esta chica, tiene un impulso para su vida, asumiéndose tal como es, y lo dice con estas palabras de resignación: Decidí envejecer / cuando vuelvo a beber / ya no se hace de noche. Diría que esta canción tiene algo más de Sabina. Dejé para el final Después de los despueses (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia), melodiosa canción, miel para mis oídos al estilo puro de Sabina. Con una primera parte genial. Prueben esto: Se enamoró de mis baladas suburbiales / igual que se enamoran / las miopes abogadas defensoras / de abyectos criminales / Lejos de mí, colgarme agravios y medallas / resabios y bypasses / ella tenía marido, morbo, clase / yo, un corazón canalla. Canción de desamor, que al percatarse de la pérdida de un amor (del después de los despueses) comienza a sentir sin saber, lo que nadie sabía, pues es eso, en todas sus etapas, en un inicio, durante y en su final, algo que no se puede explicar. Y según la canción, lo peor de todo es el trabajo más sucio y más siniestro que fue cosa del olvido. Cómo verán me pasaría citando toda la canción, pero mejor es que lo sientan vosotros, ya que las canción viajan más un en plano sentimental que intelectual. Y a pesar que a veces sintamos lo contrario, es sólo la contribución del autor que introduce venenos de poesía, que los hacen distintos a ellos, que hacen distinta a una canción, y hacen distinta a la percepción de la cosas. Serrat y Sabina, en toda su carrera musical, lo lograron. Por eso, más que agradecimiento para ellos.
Este dolent de mena, después de haber escrito varias cosas disparatadas, producto seguro de mi imaginación, os dejo, que estas líneas sean referencias sobre el disco que para nada (estoy muy seguro de esto) serán citadas en otra parte. SE NON È VERO, È BEN TROVATO. Pues eso.
Con el gusto de haber concluido, enciendo un cigarrillo para que la espera del próximo concierto de los maestros Serrat y Sabina en Lima no se haga tan larga. Este 4 de diciembre tenemos una cita con ellos.
La la la… La muerte no existía éramos asquerosamente jóvenes. La la la.
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